A partir de que Nietszche proclamó la muerte de Dios, una parte de la humanidad se hundió en la ignominia, otra supo catalizar esta parte para gozar de su libre albedrío y alguna otra parte yace bajo las lecturas de la biblia y sus verdades incuestionables llamadas fe.
En la conversación de ¨Diálogo entre un sacerdote y un moribundo¨ de Sade, tenemos una serie de reflexiones que nos obligan a analizar los argumentos creados entre estos dos individuos: …Llegado el instante fatal en que el velo de la ilusión sólo se desgarra para dejar al hombre reducido al cuadro cruel de sus errores y sus vicios, ¿no te arrepientes, hijo mío, de los múltiples desórdenes a los que te condujo la humana debilidad y fragilidad?, con estas líneas abrimos una conversación dónde se nos enfrentamos a la idea que hemos cargado durante más de 2000 años, el sometimiento y abandono de las pasiones humanas doblegadas por la castrante voz en off de la vida estoica y apartada de la vida del ¨degenere mundano¨ , la voz que es nuestra conciencia alienada y manipulada para abandonar lo que nos produce placer, un cielo merecedor a cambio obtenemos al redimirnos, cuando nuestras culpas sean lavadas entraremos al reino de los cielos, olvidando las penurias de este mundo incierto, sin duda la serie de argumentos entre ambos protagonistas son las verdades y sofismas que hemos arrastrado, más ahora frente a un moribundo contrito por no haber gozado intensamente y excesivamente las bondades de la vida, tenemos a un ministro de un Dios que propiamente necesita de verdades donde más que la razón perdura la fe, donde el ser humano necesita de un amo para sentirse arropado y la esperanza de un mejor mundo no posible dentro de éste que tenemos ahora.
Por medio de este análisis podemos abordar otros lineamientos en otros ámbitos, no solo teológicamente, sino políticamente, estructuralmente, dentro de la noción de lo que creemos como ideal, de pronto cabum, nos vemos esperanzados con nuevas búsquedas estéticas que nos conformen nuestra precaria levedad intangible y monótona. Dentro de este diálogo podemos encontrar ese sacerdote en lo que nos sostiene intelectualmente y descubrir que hemos lapidado la vida con teorías y manifiestos que innecesariamente nos cubrirán con el manto de la verdad eterna (conocimiento único).
Dentro de todo este diálogo nos quedamos con una frase hermosa que nos debiese ser recordada; hacer a los demás tan felices como uno mismo desea serlo, y no causarles nunca un mal que no quisiéramos recibir. Estos son, amigo mío, estos son los únicos principios que debemos seguir (…) .
Con esto me quedo sin duda como lección de vida.
Citlali Cruz
Con respecto a los comentarios de la fe este escrito me hace reflexionar la manera en que inventamos historias de tal forma que deben ser creidas por un colectivo,y que nos van atandode vivir una vida mas plena, dejamos de ser nosotros mismos, por los vanos sofismas de la superstición.
ResponderEliminardiana moreno
ResponderEliminarDesconfiar de lo que miramos... que fuerte! he vivido en un mundo crédulo, ahora enfrentarme a toda esta serie de cosas que envuelven el rollo de la imagen, a los sujetos muertos que quedan atrapados en una imagen, el memento mori, que manera de desmadrarnos nuestras creencias!!
ResponderEliminarUna iconódula destrozada, sangrante! (reivindicándose)