
La diversidad de exploración hacia una inconstante muestra de deformaciones que predominan en nuestra iconoclasia dentro de la tragedia del creer, descubrimos que nuestro palpitar de fe en cada muestra ingenua en una imagen que propone un banco de información ya preestablecida, contempla una sagas problematica de transformación de la imagen en términos conceptuales, llegando así a una fuente erróneamente construida en términos de información que demuestran un insaciable apetito de la verdad. De aquí desligamos la propuesta del ¿como se construyen las imágenes?, ya que el autor trata la interesante temple de evolución, que las imágenes presentan a través de los tiempos y van conteniendo una congruencia establecida por la propia prudencia humana, y que conlleva en consecuencias a terceros. En una clara contemplación de nuestra propia imagen, divide secciones que producen imágenes, que tratan o tratamos de definirnos en cuanto a nuestra propia necesidad de creer en nuestra existencia. ¿Pero quien reafirma esto?, ya que otro individuo trata la duda igual que yo, entonces, como tener fe en mi propia existencia, otros dirán que aquí es cuando hay que creer, pero, si acuñamos esto a la masiva transformación de imágenes imaginarias que llegan a nuestro pensar a través de la visión, nos damos cuenta que las imágenes sean populistas o no, se encuentran de alguna manera con la mácula de lo que podríamos llamar imaginario.
Osvaldo
La ingenuidad de las imágenes no está tanto en la visión sino en lo acrítica que es la visualidad aprendida, hacia los discursos que hay en las imágenes. ¿Qué diferencia hay entre creer y ver? El imaginario no es inmaculado, de hecho nada lo es. Buenas reflexiones Osvaldo (la imagen también)
ResponderEliminarGraciela